Internet se ha convertido en el refugio de miles de jóvenes con trastorno de la conducta alimentaria
Han creado un universo propio con sus símbolos y su imaginario, sus códigos, su lenguaje. Actualizan casi a diario un blog o un fotolog en el que desmenuzan la parte de su existencia que gira en torno a su cuerpo, a lo que comen, dejan de comer o "purgan". Todos interconectados. Lo adornan con fotos de sus thinspirations (del inglés, inspiración de delgadez), modelos o actrices famosas que han pasado por eso; e imágenes de mariposas, libélulas y otros seres etéreos. Vestidos vaporosos, mujeres escuálidas con coronas y diademas. La belleza de aspecto frágil es el primer mandamiento de su iconografía.
Las chicas participan en foros, cuelgan vídeos en Youtube, se dan consejos y se apoyan. Se desahogan. "Ser princesa", comentaba a través del Msn una chica de 17 años, "es más que una imagen. Es una forma de vida de cuento de hadas. Como el de las modelos y las actrices". Su blog tenía el nombre "48*", en referencia a su "meta", y en el subtítulo se podía leer: "Quod me nutrit me destruit [lo que me nutre me destruye, en latín]", una frase que la actriz Angelina Jolie se hizo tatuar en el abdomen.
Las comunidades pro-Ana y pro-Mia pasaron relativamente inadvertidas en sus orígenes. Eran webs de difícil acceso para no iniciados. Pero saltaron a los titulares y se disparó el estado de alerta. Se dedicó en 2004 uno de sus programas al fenómeno y se dijo: "Estos sitios de Internet son como poner una pistola en manos de alguien que está deseando suicidarse". Comenzaron a cerrarse páginas pro-Ana y Mia. Ningún proveedor de servicios quería verse relacionado con estas ideas.
"Desde entonces, el fenómeno no ha dejado de crecer y consolidarse como una realidad" . Después de cuatro años de estudio de las redes sociales de estas chicas, Campos, sociólogo de la comunicación, está convencido de que perseguir y cerrar páginas va contra la lógica de Internet. El número de webs pro-Ana y Mia creció un 470% entre 2006 y 2007, según la empresa de seguridad informática Optenet. Un crecimiento mayor que el de las páginas de redes sociales. "Nos creemos que cerrarlas es la solución. Mejor eso que nada, se suele decir. Pero puede que sea lo contrario: lo ocultas, lo estigmatizas, ellas se esconden, se crecen y radicalizan". Muchas de estas chicas suelen incluir en un lateral de su diario digital el siguiente mensaje: "Este blog apoya la libertad de expresión". A una chica que soñaba con pesar 50 kilos, le desactivaron el suyo, pero al día siguiente abrió una nueva cuenta en www.fotolog.com, añadiendo a su antiguo nombre de usuaria un 2. Y dejó un comentario a sus amigas: "Si lo vuelven a cerrar será igual, pero con un 3, y así sucesivamente".
La apología de la anorexia y la bulimia no es un delito. Aun así, se elaboró en 2008, un informe interno sobre el fenómeno pro-Ana y Mia en Internet. En él se aseguraba que existe "un número indeterminado" de páginas abiertas y accesibles a todo el público. El estudio perfilaba al usuario medio: mujer en un 95%; de entre 14 y 21 años; el 60% se está iniciando y no ha llamado la atención de su entorno familiar y social; el 23% se encuentra ya en una fase de desarrollo del trastorno y reconoce haber despertado la preocupación de ese entorno; el 17% dice encontrarse bajo tratamiento médico y psicológico. El director del informe, defiende el cierre de estas páginas, pero reconoce sus efectos adversos: "Hay que cerrarlas porque son perjudiciales. Pero tampoco es seguro que sirva de algo: las chicas enseguida abren otras y, además, se las encierra en un gueto, se queda en algo secreto. Y eso tampoco es bueno".